07 Oct
07Oct

Pues en el caso de la fotografía, también tiene un principio. ¡Claro que sí!

No es que tenga la osadía de presentarme como fotógrafo. Ni mucho menos. No soy más que un aficionado. Pero, esa afición, también me viene de lejos.

Concretamente desde el instituto. Ya antes, me habían regalado una cámara réflex. Pero no duró mucho. A fecha de hoy, todavía no sé por qué se rompió. Y más tarde me regalaron una mini cámara que estuvieron tanto tiempo de moda. Con unos mini carretes, que sacabas la foto y empujando las dos manos hacia el centro, como encogiendo la cámara, pasabas a la siguiente. Y por último, al llegar a la adolescencia, mi madre me dejó usar su cámara réflex marca Chinon. Con esa cámara ya saqué alguna de mis fotos favoritas. El caso es que me daba cuenta de que buscando otro punto de enfoque se conseguían instantáneas mucho más reveladoras que con las típicas poses de los retratos.

Saqué muchísimas fotos no solo con puntos de vista más o menos novedosos -al menos a mi me lo parecían-. Sino que me di cuenta de que muchas de las cosas que nos rodean pasan inadvertidas; pero que sin esas cosas, los lugares que conocemos, serían otros. ¡Y les aseguro que en aquella época sacar fotos era carísimo! Sobre todo porque nunca me interesaron otras cosas relacionadas con la fotografía, como el revelado e impresión. Por lo que tenía que acudir a los profesionales del sector.

Y más tarde llegó la revolución de las cámaras digitales. ¡Entonces sí! Como se suele decir en mi pueblo: «se juntó el hambre con las ganas de comer». No soy capaz de recordar la cantidad de cámaras digitales que he tenido. Y la enormidad de imágenes que he capturado; tanto en fotografía como en vídeo. La gran mayoría, por supuesto, perdidas en Terabytes de copias de respaldo. 

El problema que suponían las cámaras era el de siempre. Son un bien caro, que dada la velocidad de las mejoras tecnológicas, pronto acaban por quedar obsoletas. Seguramente recordarán lo increíblemente precisas que nos parecían las cámaras con 2 Megapíxeles, ¿verdad?

Pues bien, la llegada de los smartphones, con su particular carrera por mejorar la parte de captación de imágenes, fue el maná que tanto yo, como otros muchos, esperábamos que cayera del cielo. Andar por algún sitio, y observar algo que crees que merece la pena almacenar en la retina, ahora tiene su respuesta inmediata. Es tan simple como sacar el móvil el bolsillo y hacer click. ¡Casi no tienes ni que enfocar! 

Ahora tengo otro problema: el espacio. Y es que cuesta reprimirse. Antes, con los carretes de 36 fotos, que ya eran muchas fotos, te lo pensabas bien antes de capturar una imagen. Lo que se traducía en la pérdida de muchas oportunidades. Pero ahora, que el límite es el número de Gigabytes que tienes libre en tu móvil, lo complicado es refrenarse a la hora de capturar esos instantes.

¡Y hasta aquí y ahora! Confío en que esos «puntos de vista», o esos «detalles», que intento reflejar en mis fotos y vídeos, les resulten de interés. ¡Por lo que les animo a suscribirse!

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.