Y es que todo tiene un principio. Y obviamente, un final. Pero en esta entrada del Blog hablaré de cómo empezó todo.
Esta aventura de la escritura se remonta a mis tiempos mozos. Cuando iba a lo que por entonces conocíamos como EGB (Educación General Básica). Tenía una profesora de Lengua Española -lamento tanto no recordar su nombre-, que tras mandar en clase escribir una redacción, resultó que la mía le gustó tanto, que se dedicó a presumir de la misma entre el claustro y la dirección del centro. Para mi asombro, debo confesar. Puesto que para mi no era más que otra tarea que nos habían mandado a hacer para tenernos ocupados la hora que duró su clase. El caso es que, ese ímpetu que puso la profesora de Lengua en alabar mi obra, me hizo pensar que quizá, no se me daría tan mal eso de escribir. Y me propuse entonces ese verano escribir mi «ópera prima».
Claro que, con lo que yo no contaba es con que en el verano, a los niños lo menos que les interesa es sentarse delante de una libreta y ponerse a escribir. Así que pasaron muchos veranos desde aquel primer verano en que se despertó en mi la inquietud por la escritura. Y hoy, que de ese niño no tengo más que algunos de sus recuerdos, por fin me he lanzado a mostrarle al mundo mi obra. Y lo he hecho con una novela enmarcada en el género de ciencia ficción. Pero como se suele decir: eso, es otra historia.