07 Oct
07Oct

La vida esta llena de pequeños momentos. Algunos los atesoramos por ser gotas de felicidad. Otros, en cambio, los querríamos desterrar.

Con esta publicación les presento una serie de mircrorrelatos, cuyo eje central es su título: MOMENTOS.

¡Espero que lo disfruten, así como sus comentarios!


Había llegado «su momento». Toda una vida esperado, deseado, anhelado, soñado. Sin duda, lo mejor que le podía haber pasado. O mejor dicho, que le podría pasar.

Dejó volar su memoria, mientras cerraba sus ojos y buscaba una mayor concentración. Recordaba los obstáculos que debió sortear en la vida. La de veces que tuvo que ir contra corriente. La soledad del que se sabe poseedor de la verdad. La tristeza del que se sabe blanco de las críticas.

Y justo en ese momento, le vino a la mente la imagen de su padre. Él sí que le entendía, y le animaba a seguir su sueño. Pese a que los demás le mostrasen desdén y desapego. Su padre, le miraba con los ojos de un niño feliz, compartiendo su sonrisa. Lo podría ver justo frente suya, aun y cuando ya pasaran más de tres años que los dejó.

Tan ensimismado estaba, que se sobresaltó al sentir que le ponían la mano sobre su hombro derecho y le susurraban:

- Preparado, desde que oigas tu nombre, entras.

Su pulso se aceleraba, creía ver como si todo diera vueltas alrededor suyo, cuando por fin el maestro de ceremonias dijo:

- ¡Démosle un fuerte aplauso al Payaso Ralfi!

Comenzó a andar, como si de un desfile militar se tratara. Solo que con los zapatones que tenía, el paso marcial no es posible. Y se tropezó nada más pisar la pista central. Y con el traspiés perdió el equilibrio y casi cayó de bruces en mitad de la pista. Por encima de los aplausos se oía la risa de los más pequeños espectadores. Y fue entonces cuando lo supo: TODO IBA BIEN.

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