31 Jul
31Jul

–Vamos, déjame que lo lleve un poco.
–No seas pesado Tico, que eres muy patoso y acabarás dañando a Lucy.
–Pero, ¿cómo que soy muy patoso? Estamos en mitad del espacio, no hay manera de cagarla en un viaje de este tipo. Y me hace ilusión conducir un rato el tráiler de papá.
–Está bien, pero cero tonterías. Que como se entere el viejo, verás qué me la termino por cargar yo.

Carpen, es el hermano mayor de Tico. Su madre le ha pedido que lo lleve a la estación de suministros de Próxima Venus aprovechando que tenía que ir hasta allí para repostar. Es conductor de un negocio familiar que se remonta hasta su tatarabuelo. Cuando empezaron las líneas comerciales de suministro del sistema solar. Tico, como todos los adolescentes, tiene prisa por crecer, y ya sueña con llevar uno de los nuevos tráilers que su padre ha comprado. Están preparados para ir más rápido y llevar más carga, con un mejor aprovechamiento del combustible. Pero Carpen, siempre prefiere llevar la vieja Lucy, como llama él a la máquina número uno de la flota de transportes familiar.

–De acuerdo, pero ve con mucho cuidado. Que Lucy es muy sensible.
–¡Gracias, hermano!

Tico se emocionó. Aunque llevaba más de una hora insistiendo para que le dejara llevar la nave, no tenía demasiadas esperanzas de que se lo permitiera. Sabía lo mucho que le gustaba conducir el viejo transporte a su hermano mayor. Le sudaban las manos, de lo nervioso que estaba. Para que no se notara, se puso unos guantes con la excusa de controlar mejor los mandos.

–Eso es, ahora estabiliza el horizonte.
–Pero si estamos en el espacio, no hay horizonte.
–En los mandos siempre hay un horizonte. Da igual que vueles en uno de los planetas o en mitad del espacio. Una vez que lo tengas estabilizado, asegúrate de que el rumbo es el adecuado. Como te equivoques, Lucy empezará a berrear como loca. Y ahora pulsamos el botón del piloto automático.
–¿Piloto automático, estás loco? Yo quiero llevarla. ¿Qué gracia tiene que una máquina lleve a otra máquina?
–Tico, no seas cabezota. Ya sabía yo que no era buena idea dejar que te sientes ahí. Vamos, déjame a mi.
–¡De eso nada, chaval! Llevo un día en esta lata esperando para poder conducirla, y no la voy a dejar tan rápido.
–Que me dejes te digo.
–¡Que no!

Tico, al tratar de esquivar a su hermano, aceleró y tiró del control de timón, provocando una aceleración y un giro que sacó la nave del eje vertical. O lo que sería vertical, teniendo en cuenta que estaban en el espacio. Todo ello les hizo salirse del rumbo, y la posterior alarma de todos los sistemas de navegación. Tico, al retomar la vertical, ejecutó una maniobra de frenado brusco. Como consecuencia, todo el convoy comenzó a dar sacudidas. Y por último se oyó un fuerte golpe en uno de los motores de estribor.

–¡Para! Detén máquinas. Vas a hacer que saltemos por los aires. Debo ponerme el traje y salir a inspeccionar.
–Yo puedo hacer eso. Es mi responsabilidad, yo estaba a los mandos.–¿Te parece poco lo que ya has hecho? Y sobre lo de que estabas a los mandos; de eso ni una palabra a nadie, ¿te enteras? ¿O quieres que me quiten la licencia?


Carpen tenía mucha maña a la hora de equiparse para salir a inspeccionar. Conduciendo una máquina tan vieja, eran numerosas las paradas de emergencia que debía realizar. Cuando la esclusa se había vaciado de aire, procedió a abrir la escotilla. Salió de un salto, no sin antes anclar su traje al cabrestante. Con ayuda de los motores de aire comprimido, fue directo al «motor 1», de estribor. Se apreciaban varios desperfectos. Más típicos de una colisión que de una avería interna. No conseguía entender lo que pasaba, a medida que se acercaba. Parecía una gran abolladura, junto con ciertas esquirlas que navegaban sin rumbo alrededor del motor. Algo de líquido refrigerante salía con pequeñas ráfagas. Lo cual le hacía entender que el manguito tendría algún tipo de obstáculo incrustado que impedía que saliera todo de golpe.

Ya al lado del motor, trató de acercar la mano al agujero. Pero algo se lo impedía. No entendía nada. Alumbró con su linterna, y apreciaba cierta distorsión en el haz de luz. Puso su visor a diferentes escalas de ultravioleta. Algo muy útil en el espacio donde no hay atmósfera que filtre tales rayos. Y entonces lo vió. Había un objeto ovalado, del tamaño de un balón de rugby. Pero no podía verlo sin el uso del filtro artificial del casco. Con sumo cuidado, palpó toda la superficie. Era lisa, si no tuviera los guantes, seguramente sentiría un tacto parecido al mármol. Tenía efectivamente una dimensión manejable, por lo que decidió sacar la parte que estaba incrustada en el motor, y llevarla dentro de la nave. Al hacerlo el líquido refrigerante salió disparado, por lo que avisó en la radio que cortara el flujo de dicho material, para evitar la pérdida.

Con una mano, puesto que en la otra llevaba el objeto, que seguía siendo invisible, retornó haciendo uso del cable. Y entró en la esclusa, para inmediatamente después de recuperar las condiciones de habitabilidad, quitarse el traje espacial. Acudió al puente, y se sentó en la mesita. Mirando fijamente al centro de la misma, donde tenía las manos extendidas.

–Tico, ven aquí.
–¿Qué tan grave es? Pareces preocupado.
–Dime, ¿ves algo en mis manos?
–Nada, ¿te has cortado, traigo vendas o algo?
–No, simplemente mira a mis manos. Acerca tus manos, como si me las fueras a agarrar.
–¿Qué ocurre?
–Tico se extrañaba al no poder alcanzar las manos de su hermano. Había algo que se lo impedía, no una fuerza, sino una «cosa de metal» muy fría que cubría toda la superficie de sus manos extendidas.
–No lo sé, pero esta cosa es lo que chocó con el motor.
En ese momento, la pieza ovalada comenzó a parpadear. Como queriendo aparecer. Por momentos dejaba de ser invisible, y se veía un enorme huevo metálico y blanco. Los dos hermanos saltaron hacia atrás del susto, dejando que «el huevo» se quedara en el centro de la mesa, con los mismos destellos, incluso con cierto ruido mecánico. Giró, hasta que cierta parte, que ahora se daban cuenta de que estaba diferenciada del resto, quedó arriba. 

El artefacto flotaba ahora sobre la mesa, ya no estaba apoyado en la misma, Y de la parte superior comenzó a salir un poco de humo blanco, al tiempo que se abría en dos partes, dejando al descubierto el interior del artefacto. Dentro había una especie de gelatina muy densa, y sobre la misma lo que parecía un ser vivo. Solo que no era como nosotros, los humanos. Eran como cuatro tentáculos y una protuberancia central. Muy parecida a una estrella de mar. Antes de que se extinguieran, claro.

–Fíjate, es como las antiguas especies marinas, aquellas que dimos en el instituto.
–Estrellas de mar.
–¡Eso! Es una estrella de mar.
–No sabemos lo que es.

En esto, Tico se quitó el guante derecho, y con el índice totalmente extendido, presionó el centro de aquel ser.

–¿Pero qué haces? ¡Encima te quitas el guante! ¿Es que estás loco?
–¡No me toques, bípedo! –Una voz se coló en sus cabezas a la vez.
–¿Has oído eso?
–¡Ya te digo! –Tico continuó presionando, cuando una descarga proveniente del casco del artefacto le hizo retirar la mano no sin ciertas muestras de dolor.
–Te advertí que no me tocases.
–Tú dirás lo que quieras, pero se parece a una estrella de mar. Lo llamaré así: Estrella. ¿Te parece bien que te llame así?–No me importa como me llames, no tienes capacidad para poder expresar mi nombre.
–Tico, ¿Te das cuenta de lo que está pasando aquí? Estamos asistiendo al primer contacto.
–¡No jodas! Es verdad. Vamos a ser famosos. Aunque con lo pequeñita que es Estrella, seremos famosillos.
–Bueno, eso es lo que vosotros creéis. Nosotros hace ya mucho que estamos por aquí. La mejor manera para trasladarnos por el sistema solar es aprovechando la estela de vuestras naves. Gracias a eso iba yo tranquilamente. Lo que no esperaba es que me embistieras. Parece como si me hubieras detectado o algo parecido.
–¡Qué va! Simplemente, por un accidente moví los mandos de forma brusca y por eso choqué con tu navecita.–¿Navecita? Como decía sois unos ignorantes. Aparte de unos arrogantes bípedos. Creéis que todo se reduce a vuestro tamaño o conocimiento. Mi especie es mucho más avanzada que la vuestra, venimos de muchos sistemas más ricos que el vuestro. Con la radiación espacial nos mantenemos invisibles y nos movemos a nuestras anchas por aquí. Y si alguien nos descubre, pues lo arreglamos.
–Bueno, nos estamos desviando del asunto. Por cierto, Tico, ¿cómo debo decirte que no cuentes quién estaba a los mandos? Sabía que no debía ceder en tu pretensión de llevar a Lucy. Y tú, Estrella, ¿qué es eso de que lo arreglais? ¿Podrías reparar el motor con tu navecita?
–Sabía que el alienígena se molestaría al usar el diminutivo, lo que no sabía es que igual que se metía en su cabeza para hablarle, lo hacía para escuchar sus pensamientos.
–Carpen, no me vas a convencer con un truco tan burdo. Pero me he hecho una composición de lugar con lo ocurrido. Y tengo la forma de solucionarlo. Simplemente necesito que me ayudéis ambos levantando con las dos manos la nave hasta la altura de vuestros ojos, más o menos. 

No sin cierto recelo, los hermanos extendieron sus manos debajo del dispositivo y lo levantaron con gran contacto. Lo que se convirtió en un cosquilleo algo incómodo. Estrella les tranquilizó dándoles a entender que era normal, y que muy pronto todo estaría solucionado. Al cosquilleo en las extremidades, se sumó cierto vaivén en sus cabezas, y por último una serie de parpadeos en la cubierta de la pequeña nave. Y de pronto un gran destello se mostró delante de ellos.

–Vamos, déjame que lo lleve un poco.
–No seas pesado Tico, que eres muy patoso y acabarás dañando a Lucy.
–Pero, ¿cómo que soy muy patoso? Estamos en mitad del espacio, no hay manera de cagarla en un viaje de este tipo. Y me hace ilusión conducir un rato el tráiler de papá.
–¡Ni de coña! Que nos conocemos y como se entere el viejo, verás qué me la termino por cargar yo. Que eres capaz de hacer que me quiten la licencia.

Se produjo cierta sacudida en la nave, nada importante, pero Carpen lanzó un sondeo por todo el convoy, por si necesitase salir para asegurar algún anclaje.

–Nada, todo correcto. Una pequeña interferencia a estribor, pero nada importante.


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